Travel & Fun : León, Guanajuato

23 de julio de 2009

Leyendas: Historia de San Sebastián

Yo creo que la gran mayoría de las personas que viven aquí conocen al Patrono de la ciudad de León, pero lo que no es muy conocido por muchos es saber de donde viene la leyenda que le dio origen o porque siempre que es representado aparece muerto por flechas.

Para los que no conozcan su historia o para los que quieran recordarla, aquí pongo su leyenda:

Sebastián nació en Narbona, Francia a mediados-finales del siglo III, pero ya desde muy pequeño sus padres se trasladaron a Milán, por lo que que creció y se educó en esta ciudad romana.

Su padre era militar y noble y él quiso seguir sus pasos en la carrera militar, llegando a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana, un cargo que sólo se daba a personas ilustres. Su dedicación a esta carrera le valió los elogios de todos sus compañeros y principalmente del emperador Maximiano.

Cabe recordar que el imperio romano era gobernado en Oriente por Diocleciano y en Occidente por Maximiano. Lo que ignoraba Maximiano era que Sebastián era un cristiano de todo corazón. Aunque cumplía con toda disciplina las tareas que le encomendaban, no tomaba parte en los sacrificios a los dioses ni en otros actos que fueran de idolatría. Siempre que podía, visitaba a los cristianos encarcelados, ayudaba a los más débiles, a los más necesitados, se podría decir que era soldado de dos ejércitos: el de Roma y el de Cristo.

Maximiano emprendió desde su mandato una depuración de elementos cristianos en sus tropas expulsando a todos los soldados cristianos de su ejército. Cabe decir que el ejército romano era voluntario, sólo era obligatorio para los hijos de militares como es el caso de Sebastián. Su forma de compaginar los dos ejércitos (el romano y el cristiano) le duró unos cuantos años hasta que un soldado, celoso por la alta posición que desempeñaba Sebastián en la tropa, lo denunció.

Maximiano se sintió traicionado por Sebastián después de la confianza que le había depositado. Rápidamente le llamó y le obligó a elegir en seguir siendo cristiano o a continuar en el ejército. Ante tal situación, Sebastián le comunicó que no quería renunciar a sus creencias cristianas y el emperador adoptó la decisión de matarlo.

Maximiliano eligió una forma cruel de matarlo: junto a un grupo de sus mejores arqueros, mando a que Sebastián fuera atado a un poste y sobre el dejo caer una lluvia de flechas.

Una cristiana de nombre Irene, que apreciaba los consejos cristianos de Sebastián, junto a otro grupo de amigos suyos, se trasladaron a aquél lugar y con asombro pudieron comprobar que el cuerpo yacía aún vivo. Lo desataron y lo llevaron a casa de Irene que lo escondió y le curo sus heridas. Pasado un tiempo Sebastián quedo recuperado de sus heridas y aunque sus amigos le pedían que se fuera a Roma, el quiso quedarse ahí. En vez de esconderse se presento ante Maximiliano quien quedo asombrado ya que lo creía muerto, le rogó que dejara de perseguir a los cristianos, pero como era de esperarse no le hizo ni caso y llamó a unos soldados para que lo azotaran hasta que falleciera.

Los soldados romanos, cogieron el cuerpo y lo echaron en unas de las cloacas más grandes de Roma. El cuerpo fue recuperado de noche nuevamente por los cristianos, que lo enterraron en un cementerio subterráneo de la Vía Apia.

Más tarde, la Iglesia Romana construyó en la parte posterior de la catacumba, un templo en honor al santo, la Basílica de San Sebastián, que todavía hoy existe y que recibe gran veneración entre todos sus seguidores.

Información proporcionada por Wikileon.

1 comentarios:

Unknown dijo...

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